martes, 20 de diciembre de 2011

Sinrazón

Silencio.
Solo siente el sin sentido sobrevalorado, la sonrisa suficientemente sesgada para sellar la susceptibilidad de la semana. El sonido silencioso serpenteando por las sábanas a sabiendas del sabor suave de la salada saliva.
Se salvaje, santo, sarcástico, sensual, satisfecho, sediento de seducciones o siembra tu sonrisa semiconsciente, sigue la senda sensata, sentimental sencilla y sensible.
Secuestra y saborea los segundos sexys, el sex-appeal, se un sentimentaloide o un sex-symbol, o un silbante si…
Siega los sentimientos sin salsa, sobrexcita la saciada simpatía y simultaneidad. Socorre el sofisticado sobrealiento y sé el sofoco soluble al suspiro, los soplidos sordos sobre un sostén, sin stop.
Sobrevuela el significado subjetivo de los sueños. Salta la suficiencia, a los sujetos del sufrimiento,  las sumas de sospechas sombrías.
Sigue los sentimientos simultáneos, susurros, sonidos suspendidos.
Saber siempre con seguridad las sensaciones sugeridas. Surfear los  sinsabores, suprimir  las suposiciones.
No ser superhéroe, supermodelo,  superlativo, superligero, no seamos seres sin sustancia.
Suministrar suero de sonrisa. Sumergirse en el submundo y surcar sus secretos.
Solo siente.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Firmemos la guerra

Voy a escribir una carta de guerra entre tu boca y la mía.
Una bitácora de cada recuerdo perdido en un autobús, en una escalera, en un adoquín resquebrajado. Voy a estallar cada recoveco de una batalla que jamás he ganado.
Contemplo desde la frontera como el enemigo se aleja y se acerca, desde la distancia que solo quieran marcar sus ojos. Bajaré una a una las granadas del cielo para hacerlas estallar en tu boca.
 Y me matará cada retumbar del destello de tus pupilas.
Y alrededor, solo la iluminación gastada de una ciudad anciana.
Una guerra en la que solo hay una victoria: el empate. Cuando salgan cada una de las letras atrapadas en el tintero de tu lengua.
Habrá una masacre con las yemas de mis dedos y daños colaterales en cada uno de los tímpanos acostumbrados a este traqueteo de palabras, a este chachachá de fantasmas, a este susurrar de los días asépticos.
Capitán, estamos bajos de defensas en la corteza de la realidad. Es la masacre de un sueño.